TE CONTAMOS DE QUÉ SE TRATA...
Un fantasma inglés, Sir Simón de Canterville, se encuentra atrapado en una vieja mansión inglesa del S. XIX, a la que llega a vivir de repente la americana familia Otis cuyos miembros por primera vez no entran en pánico con su presencia, a pesar de que el viejo fantasma, lleno de amargura, utiliza todas las estrategias posibles para espantarlos.
Los americanos arriban con su espíritu liberal y sencillez republicana a dejar de creer en espectros, convencidos del poder de la modernidad y las marcas, para combatir a las viejas creencias europeas, tradicionalmente arraigadas y llenas de supersticiones.
A Sir Simon Canterville le encantaba mantener el color de la mancha de sangre de su esposa a la que asesinó en la alfombra del salón, hasta que el Señor Otis llegó asegurando que “el producto quitamanchas marca Campeón, de la casa Pinkerton”, haría desaparecer la mancha en un santiamén. Lo que antes conseguía la brujería o la religión, en América lo consigue el quitamanchas Campeón. Todo un giro para la época y probablemente una de las primeras veces que el marketing irrumpe en la literatura. Cuando el fantasma empezó a hacer crujir sus cadenas a medianoche sin dejarles conciliar el sueño, Mr Otis no tuvo problema en sacarle al fantasma un frasco de lubricante “Tammany Sol-Naciente” y así Wilde, hacía uso de su más fino humor para criticar esa mentalidad americana, superficial, y con dioses de goma que traían instrucciones en las etiquetas. Pero el más indignado de todos era el fantasma que veía que no se lo tomaban en serio, que le humillaban una y otra vez, si no eran los gemelos Otis, era el padre con su grosero materialismo, recomendándole tintura del Doctor Dobell para la indigestión, quitamanchas sin rival, lubricante para sus cadenas, estaban acabando con su reputación de terrorífica alma en pena profesional, que había conseguido matar de pánico a generaciones enteras de habitantes de la casa. Podríamos decir ahora que estaban dándole un golpe muy bajo a la “marca personal” de Sir Simon Canterville.
Los ingleses vivían de su reputación, de su linaje, de sus tradiciones y de su alcurnia. Los americanos del libre mercado, la publicidad, la eficacia probada, la recomendación. Y al final fue sólo el corazón grande, comprensivo y bondadoso de la hija mayor Virginia Otis, la que consigue crear un vínculo con el fantasma y acompañarlo amorosamente hasta que se arrepiente de sus pecados y encuentra la forma de descansar en paz y dejar este horripilante mundo. Es así como el triunfo de los valores nobles consigue llevarnos como tantas otras veces, a un final feliz y con sentido.
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