Es la última de las tres historias protagonizadas por el detective Auguste Dupin.
Un prefecto de la policía recurre al detective Dupin y a su amigo, el narrador, con el objetivo de resolver el caso de una carta robada en las cámaras reales, la cual el ladrón usa para obtener poder sobre él con fines políticos.
El sospechoso, es el Ministro D, el cual fue visto por la víctima robando la carta.
El prefecto procede a realizar una serie de allanamientos en la mansión del ministro D, inspeccionado con microscopio cada rincón, mueble y objeto posible de la casa donde la carta podría haber sido escondida, pero fueron en vano.
Sin saber más que hacer o donde buscar, el Prefecto vuelve por la ayuda de Dupin, ofreciéndole una gran recompensa por resolver el caso. Dupin acepta, para entregarle la carta que él ya había recuperado por sus propios medios, utilizando procedimientos más simples que los del prefecto. Dupin se puso en lugar del sospechoso, lo analizó, y dedujo que éste no seria capaz de esconderla en lugares donde posiblemente la policía podría revisar, sino en el sitio más simple y visible.
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